2019 termina mal para el planeta: Fracasó la COP25; la crisis climática persiste. Nadie discute que fracasó estruendosamente la COP25 (Conferencia de las Partes Sobre el Cambio Climático de la Organización de las Naciones Unidas) realizada en Madrid, España, del 2 al 15 de diciembre. Lo cierto es que los 190 países no avanzaron ni un ápice en establecer los mecanismos claves para aplicar el histórico Acuerdo de París en 2015. Mientras aumenta la urgencia de actuar, queda la esperanza de que en la COP26 se lleguen a acuerdos que estén a la altura del desafío del cambio climático.

Y es que la irresponsabilidad de los gobernantes, que priorizaron las multinacionales contaminantes, hipoteca el destino de la humanidad porque la evidencia científica confirma que el tiempo se acorta. ¿Por qué cuesta tanto enfrentar la crisis climática?

La suma de acciones individuales, ayudan a crear conciencia del rol de los ciudadanos, pero son insuficientes sin una acción concertada de la sociedad civil, actores económicos, gobiernos e instancias multilaterales porque las causas son sistémicas. Al confirmarse que estamos frente a una crisis de civilización, se extiende el consenso sobre la necesidad de cambios estructurales y hasta del modo de producción y consumo. Para algunos es la última crisis orgánica del capitalismo.

Fracasó la COP25

La verdad es la COP25 venía mal. Estuvo marcada por vicisitudes. El gobierno chileno renunció a albergarla, convulsionado por movilizaciones sociales masivas contra sus políticas neoliberales. Ella se trasladó a Madrid. En lugar de que el gobierno chileno abandonara también la presidencia de la COP, el presidente Sebastián Piñera envió a Carolina Schmidt, su ministra del Medio Ambiente quién se reveló completamente incapaz de concitar acuerdos, siendo duramente criticada.

El texto final de la COP25 es retórico, pide mayor ambición en los recortes de emisiones para limitar el calentamiento planetario, pese a que fracasó en su misión de desarrollar el artículo 6 del Acuerdo de Paris. No consiguió establecer una regulación de los futuros mercados del carbono y evitar la doble contabilidad. A pesar de haberse alargado 44 horas todo quedó pendiente. Ahora todo dependerá de la COP26, en Glasgow, Escocia en noviembre de 2020.

En efecto, ninguno de los principales contaminadores confirmó objetivos y medios para descarbonizar sus economías. Por un lado, la delegación de la principal potencia contaminadora, EE.UU, que abandonará el Acuerdo de Paris el próximo año, se dedicó a diluir los debates. Por otro, China, India, Australia, Japón o Brasil, no contrajeron compromisos que permitan evitar que el calentamiento planetario suba de 1,5 grados centígrados. Aunque la Unión Europea, propuso su Green Deal por la que promete ser carbón-neutro en 2050, los expertos y ONG son escépticos. Por ahora, solo 84 países de los 196 que participan del Acuerdo Marco se proponen evitar que el calentamiento planetario sobrepase 1,5 grados Celsius para el horizonte de 2030.

Tampoco se concretaron planes concretos de ayuda de 100 mil millones de USD anuales desde 2020, para que enfrenten los países en desarrollo los efectos del cambio climático (principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas, del Acuerdo de Paris).

La Urgencia de la Crisis Climática

La situación es urgente. Las consecuencias del cambio climático ya se hacen presentes para los cerca de 50 Estados insulares cuya existencia misma está en jaque por inundaciones. Tampoco sirvió la alerta mundial creada por la Acqua Alta en Venecia que amenaza esa joya del patrimonio mundial de la UNESCO.

Además, se desestimó que el decenio que termina ha sido el más caluroso de la historia de la humanidad o las advertencias del último informe del GIEC en septiembre pasado. Un informe alarmante sobre el estado de los océanos y los glaciares y la extrema urgencia de actuar para reducir los gases con efecto invernadero porque los gobiernos no tendrán la capacidad de responder a los efectos desastrosos del derretimiento de los glaciares y la consecuente elevación del nivel del mar.

La COP25 no escuchó las masivas movilizaciones de la sociedad civil, entre ellas las del Friday for Future, inspirados por la activista sueca Greta Thundberg.

Las palabras para calificar el fracaso de la COP25, van desde la decepción abierta del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, hasta la de Catherine Abreu de la ONG Red de Acción por el Clima, para quién lo único más desastroso que la COP25, es el estado del clima a nivel mundial.

El fracaso de la COP25 deja al desnudo la incapacidad de la clase política y de las organizaciones internacionales para enfrentar la crisis climática. Por el momento algunos concluyen en que todavía es inexistente un modelo energético alternativo al de los combustibles fósiles, lo que aleja las posibilidades de reducir las emisiones de CO2. Lo cierto es que ello ubica las multinacionales y su lógica productiva como los grandes obstáculos para el combate contra el cambio climático. El capitalismo mata el planeta según Vía Campesina.

La Humanidad al Borde del precipicio

Se ha avanzado un sinuoso camino desde que a fines de los 60 la humanidad contemplara desde las estrellas nuestra pequeña y frágil roca ante la inmensidad del universo. Esa foto cambió el mundo, llevó a constatar que la humanidad no tiene otro planeta. Un largo camino hasta constatar que se requiere cambiar estructuras, paradigmas y el modo de producción.

Fue así como en 1970 se organizó el primer día de la madre tierra. Como que, en 1987, el informe Brundtland, acuño a necesidad de un desarrollo sostenible, una constatación evidente por la imposibilidad de crecimiento económico ilimitado con el modo de producción actual. Ello haría que el planeta no sea viable para la humanidad.

Por ello, la Cumbre para la Tierra, en Rio de Janeiro, en 1992, constató la necesidad de un acuerdo para limitar los efectos de la actividad humana sobre el clima, creando la ONU el mecanismo de las COP, la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático.

Aunque se consiguió convenir el Acuerdo de Kioto en 1995 y aprobado en 2017. Kioto fue insuficiente y no fue implementado por los países firmantes. Producto de la urgencia revelada por la ciencia reportada por los informes del Grupo de expertos internacionales sobre el clima GIEC, en 2009 se iniciaron nuevas negociaciones internacionales que culminaron con el histórico Acuerdo de Paris en diciembre de 2015.

Ese Acuerdo fijó el objetivo de impedir que la temperatura media del planeta sobrepase los 1.5 a 2 grados Celsius. A diferencia del Acuerdo de Kioto, ese Acuerdo exigía objetivos y planes de reducción a más tardar en 2020. Luego del fracaso de la COP25, la última posibilidad es la de la COP26 que se realiza en Glasgow Escocia en noviembre del próximo año.

Superar el capitalismo para Salvar el Planeta.

La ciencia es clara en cuanto a los costos económicos y humanos del calentamiento planetario. La falta de voluntad de los gobiernos y las falsas promesas de una Agenda Verde, que posterga las transformaciones según los intereses de las multinacionales. Por ello, no existe ninguna garantía de evitar a tiempo los efectos catastróficos del cambio climático.

Por ello es que coincidimos con el creciente consenso de que la crisis climática es la consecuencia directa del modo de producción y consumo del mundo occidental, el capitalismo. Ya en 1992 Fidel Castro, en la Cumbre de la ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ligaba la crisis climática y el modo de producción. Por su parte, el Papa Francisco lamentaba, en 2015, que “el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.

La crisis climática es tal que superar el capitalismo para salvar el planeta no es una medida de izquierdistas o medioambientalistas radicales. En vísperas de la COP25, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirmaba que para: “descarbonizar la economía mundial se requieren cambios estructurales profundos”. No se trata de gestos individuales aislados, se requiere cambiar el modo de producción actual, superar el capitalismo para salvar el planeta.

Más claramente, se trata de la crisis del modo de producción según Hugo Cabieses: “Es decir, la forma cómo desde mediados del siglo XIX los humanos – aunque no todos – estamos produciendo, consumiendo y agotando nuestros recursos naturales.”

A pesar del revés de la COP25, el combate contra la crisis climática sigue abierto porque no tenemos otro planeta. Como señala la activista sueca Greta Thunberg, no podemos abandonar la lucha. No hay otra opción para las futuras generaciones.